Una Indio, por favor.
- dosveintiochomagaz
- 2 ene 2020
- 2 Min. de lectura
Escrito: Maik Espinosa
No importa si te gusta el vino, el whisky o eres más de cervezas claras, todos hemos disfrutado de una Indio bien fría; pero… ¿Qué hay más allá de esa botella de vidrio marrón con la distintiva etiqueta verde? Vamos a conocer un poco más de la ya tradicional cerveza Indio.
Este fermentado de cebada, nace en 1893 como hijito de la Cervecería Cuauhtémoc (Hoy Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma/ Heineken México). Originalmente llamada Cerveza Cuauhtémoc, vio la luz por primera vez en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
Es una cerveza color oscuro que, además de la cebada y maíz, contiene notas de caramelo que reducen la amargura y le da un toque más suave. Su grado de alcohol: 4.1°. Hasta agua se me hace la boca al imaginar una de estas bien fría.
La cervecería decidió convertirla en el estandarte de su marca colocándole su nombre a la cerveza, sin embargo, para la sociedad de comienzo del siglo XX, le pareció mejor llamarla simplemente “la del indio” pues eso era lo que veían en la botella. Bueno, ¿Para qué complicarnos la vida? Así que decidieron renombrarla como “Indio”, nombre que aún conserva hasta nuestros días.
Pero no todo es sabor y tradición. En cuanto a número, a la Cuauhtémoc-Moctezuma/ Heineken México; no le va nada mal pues cuentan con una participación en el mercado a nivel nacional del 68.42%. En la zona centro, la corona (Corona, ¿entienden?) Se la lleva grupo Modelo, pues las 3 cervezas más vendidas en el ombligo del país son suyas; pero Indio tiene una muy buena posición, colocándose en el puesto número 4.
Recientemente se cambió su imagen para hacerla un poco más… Urbana. Era necesario conectar con la “chaviza”, ¿No? Además de tener presencia en eventos como el Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino (El Vive para nosotros); indica que nuestra prietita (la cerveza, ja…) Tiene muchas ganas de ocupar un mejor lugar en nuestros corazones y por supuesto, en el mercado de cerveza en México. Unos cuantos milloncitos más no le caen mal a ninguna trasnacional, supongo.
Aunque los números son lo que menos nos importa, en realidad mientras podamos seguir escuchando el característico sonido de una chela siendo destapada, para posteriormente darle un buen trago en un día caluroso, con un plato de alitas en la otra mano; somos felices.
Continúen con su mágico y misterioso viaje a través de las bebidas alcohólicas y no babeen mucho. Nos seguimos leyendo.
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